OTROS 151 MIL SUFRIERON DE DESNUTRICIÓN MODERADA Y GRAVE EN TODO EL PAÍS
Las cifras corresponden sólo a los casos que llegaron a un centro de salud. El Día del Niño llega en medio de metas incumplidas en cuanto a la reducción de la desnutrición y avances estancados en Bolivia.
Desde 2017, en Bolivia al menos 162 niños y niñas menores de cinco años murieron a causa de la desnutrición grave. La mayoría de los casos se registraron en los departamentos de Santa Cruz, La Paz y Beni. En ese tiempo otros 151 mil niños padecieron desnutrición grave y moderada.
De acuerdo con datos del Ministerio de Salud, en el país, el 16% de los niños y niñas menores de cinco años son víctimas de desnutrición crónica, mientras que cinco de cada 10 sufren anemia. Entre las principales causas están la alimentación inadecuada o insuficiente.
Este 12 de abril, el Día de la Niñez Boliviana llega en medio de metas incumplidas, avances estancados y llamados de atención ante el derecho a la salud y el acceso a los alimentos.
Los datos presentados fueron extraídos del Sistema Nacional de Información en Salud – Vigilancia Epidemiológica (SNIS-VE), del Ministerio de Salud, del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Ministerio de Planificación y Desarrollo.
La revisión de la base de datos del SNIS-VE fue realizada entre el 3 y 5 de abril, abarcó los registros anuales desde 2017 hasta 2022, además de los dos primeros meses de 2023.
162 muertes después de Eva
El 16 de marzo de 2017, la niña Eva Q. (12 años) fue encontrada sin vida en una precaria vivienda de El Alto. Murió sin que nadie se dé cuenta, víctima del hambre, la desnutrición grave y la extrema pobreza. Su pequeño cuerpo descansaba inerte en medio del sueño de sus hermanos y progenitores que se hundían en la anemia y una profunda depresión. Juntos se habían rendido en una escena que interpeló al país entero.
Desde entonces, según el SNIS-VE, 162 niños fallecieron a causa de la desnutrición grave. Aunque su caso cruzó las fronteras del país, Eva no forma parte de esa cifra.
Y es que los casos registrados sólo corresponden a los niños menores de cinco años. Hechos como el de Eva se mezclan entre las “otras causas”.
De acuerdo con los datos recabados, Santa Cruz es la región con el mayor número de casos reportados. De los 162 decesos, 39 ocurrieron en ese departamento. Aunque esto podría deberse a la proporción de su población, es una contradicción que los casos ocurran en la región que lidera la producción y exportación de alimentos.
Con 35 casos, al departamento oriental le sigue La Paz, el segundo más poblado del país. En tercer lugar se encuentra Beni, con 34 casos.
En el resto del país las muertes se distribuyen de la siguiente manera: 22 en Cochabamba, 10 en Potosí, nueve en Oruro, cinco en Chuquisaca, una cantidad similar en Tarija y tres en Pando.
Los datos también muestran que 73 de las 162 muertes corresponden a niños de uno a cuatro años, mientras que 31 se produjeron en bebés de seis meses a un año. Otros 58 eran bebés, entre recién nacidos y seis meses de vida. Es decir que murieron en un periodo considerado como de alimentación exclusiva con leche materna, lo que implica que también hay problemas en el estado nutricional de las mujeres.
Estos son sólo los casos que fueron notificados por un centro de salud. Muchos otros, como el de Eva Q., no llegan a estas instancias de estadística.
El retroceso tras la pandemia
“Hace tres días que no comemos”. Ésa fue la frase con la que Marcelo, un niño de 11 años, llegó en medio de la cuarentena de 2020, a la Fundación Calentando Corazones de Santa Cruz. Angustiado por la falta de alimentos para sus hermanos y el desempleo de sus padres, caminó por más de tres horas buscando un lugar donde pedir ayuda.
Sin duda la crisis desatada por la pandemia del Covid-19 significó un retroceso en la lucha contra la desnutrición. Muchas familias se quedaron sin empleo y los centros de salud pararon varios servicios.
Hasta 2019, las cifras de las muertes por desnutrición grave en el país iban en descenso. Sin embargo, tras la pandemia éstas subieron nuevamente.
De acuerdo con el SNIS-VE, en 2017 la cantidad de muertes por desnutrición grave sumaron 35. Para 2018 éstas sumaban 30 y en 2019 eran 21. Parecía que la baja se mantendría en tendencia, pero para 2020 la cifra subió a 27. Un año después, ya eran 30 los niños menores de cinco años que perdían la vida.
Aunque no hay datos, se presume que la situación de la niñez de cinco a 12 años también se vio afectada por la pandemia.
Datos del Programa Mundial de Alimentos señalan que en el mundo, entre 2020 y 2021, más de 364 millones de niños y niñas se quedaron sin acceso a las comidas dadas en las escuelas. Bolivia no escapó de esa realidad.
En el país 2,4 millones de niños y niñas que se beneficiaban con el desayuno escolar no lo recibieron. El programa, que depende de los municipios, ayudó a bajar los índices de desnutrición en muchas regiones. Lo avanzado puede perderse debido a la pandemia.
Potosí y Chuquisaca tienen mayores índices de hambre
Según el Índice Global de Hambre (IGH) Potosí y Chuquisaca son las dos regiones de Bolivia en una situación grave en torno al hambre. Santa Cruz y Beni tienen una incidencia baja; Cochabamba, La Paz, Pando y Oruro, una moderada.
Este informe, presentado en noviembre de 2022 por Ayuda en Acción, Helvetas Bolivia y Welthungerhilfe, miembros de Alliance 2015, analiza el hambre con base en la desnutrición crónica infantil, la desnutrición aguda, la mortalidad infantil y la deficiencia calórica.
El IGH tiene una escala de 0 a 100: de 0 a 9,9 es considerado bajo; de 10 a 19,9 es moderado; de 20 a 34,9 es grave; de 35 a 49,9 es alarmante; y de 50 a 100, extremadamente alarmante.
De acuerdo al documento, Potosí y Chuquisaca alcanzaron un índice de 23,8 y 23,3 respectivamente. Las cifras sitúan a ambos departamentos en una situación “grave”.
“El IGH subnacional demuestra notables diferencias entre los nueve departamentos. Según la medición más reciente del hambre (2021), hay una brecha de 18 puntos entre el departamento con menor incidencia, Santa Cruz y el de mayor incidencia, Potosí”, afirma el documento.
El estudio explica que esta brecha es tan amplia que equivale a la distancia que hay entre el IGH nacional de 1998 y el de 2021.
Si bien Potosí es la región que mayor gravedad representa, también se reconoce que junto a Oruro, Beni, y La Paz son los cuatro departamentos que mayores avances hicieron. En términos del IGH, lograron reducir sus niveles en más de veinte puntos entre 1998 y 2019.
“Sin embargo, en los últimos dos años, los avances se han estancado e inclusive, en algunos casos, hay un retroceso con respecto a la situación prepandemia. Tales son los casos de Pando, Potosí, Chuquisaca y Tarija que aumentaron sus niveles de hambre en 5,5; 5,4; 5 y 1 puntos. Los incrementos significaron entre cuatro y 10 años de retroceso”, se advierte.
El estudio resalta que si bien existen diferencias marcadas entre departamentos, áreas rurales y urbanas y regiones, estas diferencias se profundizan en la población que reúne varias de las desigualdades, como las que viven en zona rural del altiplano de Potosí. “En este caso, el IGH puede llegar a ser más significativo. Urge tener datos de mayor resolución e investigaciones específicas sobre las causas”.
Desnutrición y obesidad por mala nutrición, dos caras de un mismo problema
En Bolivia, como en todo el mundo, la desnutrición y la obesidad en menores de cinco años son dos caras de un mismo problema, la mala nutrición. Mientras que la reducción de la primera se estancó la segunda va en aumento peligrosamente.
La EDSA 2016, último informe oficial, revela que el sobrepeso y obesidad en niños y niñas se incrementó al 10,1% a nivel país, cuando en 2008 era de 8,5%. Las regiones que despertaron más preocupación son: Tarija (20%), Santa Cruz (13,2%) y Chuquisaca (11,5%) por tener el mayor registro respecto al promedio nacional.
En 2022, desde el Ministerio de Salud se mostró preocupación porque el porcentaje país era mayor al de la región, que alcanza al 7,6%. La brecha es la muestra de que en Bolivia la alimentación es inadecuada para toda la población.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este problema tiene causas muy diversas y difíciles de resolver, debido a que tiene varios factores asociados. La dificultad de cocinar en casa, la invasión de comida rápida, los alimentos procesados baratos de muy mala calidad nutricional, la pandemia y el costo de los alimentos son sólo algunos.
La FAO explica que las dietas saludables suelen ser más caras y aquellas familias en condiciones de pobreza se ven obligadas a comprar comida procesada, que es más barata y llenadora. La llegada del covid empeoró el problema pues muchas familias se quedaron sin fuentes de ingreso.
La meta del PDES 2016-2020 era reducir el exceso de peso y obesidad en los menores de cinco años al 3,5%. La meta no sólo no se cumplió, sino que el problema creció.
En el PDES 2021-2025, la reducción de este problema de salud se dejó de lado. En su lugar se apunta a que la cifra sea igual o menor al 10,1%, lejos del primer dato.
El 9%, una meta que fue incumplida
El Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2016-2020, de la gestión de Evo Morales, establecía como meta disminuir al 9% la desnutrición crónica en niños y niñas menores de cinco años. Es decir que el 16% identificado en las Encuestas de Demografía y Salud (EDSA) 2016 debían reducirse en casi la mitad.
La meta no parecía estar lejos, ya que en los últimos años se había visto una gran reducción. Si en 2003 la desnutrición crónica aquejaba al 32,3% de los niños y niñas menores de cinco, para 2012 la cifra bajó a 18,5%.
Sin embargo, la meta no fue cumplida y el avance en el problema se estancó. En 2022, el Ministerio de Salud indicó que el porcentaje de desnutrición era del 16%, lo que nos muestra que se estancó.
La meta incumplida fue retrasada para cinco años más. Se encuentra contemplado en el nuevo PDES 2021-2025 planteado por la gestión gubernamental de Luis Arce.
El documento señala que el “porcentaje de niñas y niños menores de cinco años con desnutrición crónica debe bajar al 9% en 2025”. Toma como línea base el 16% de 2020.
Como acciones para lograr el objetivo sólo plantea dar continuidad a las políticas ya implantadas e “incrementar los beneficiarios que acceden al SUS”.
/RI/Fuente: Página Siete